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Hora Ciudad de México

domingo, 31 de octubre de 2010

"Mientras que no nos tomemos el tiempo necesario para aquietarnos y estar en contacto con nosotros mismos, no sabremos si hemos vivido realmente o si sólo hemos sobrevivido"


Durante mucho tiempo el significado real de dar ha sido usado y manipulado por aquellos que esperan recibir de otros la solución a sus necesidades afectivas o materiales, haciéndoles creer que están obligados a ello por el amor, por la gratitud o por el deber asumir parte de sus responsabilidades personales. ¿Será esto justo?

También hay personas que han crecido con la idea de que amar a otros implica llegar hasta el sacrificio de la identidad y de los sueños propios en aras de complacer a la persona querida. Estos son los que generalmente se sienten víctimas de la vida y del comportamiento de los demás.

Existe también otro grupo más pequeño de personas, que constantemente están tratando de ayudar a otros, aun cuando éstos no le hayan pedido ayuda.

Si te encuentras en alguna de estas situaciones, recuerda que el esfuerzo que hagas para dar o ayudar a una persona que abuse de ti, o que no quiera ser ayudada, será mas negativo que positivo, porque además de atravesarte en el medio del proceso de la persona querida para evitar que asuma la responsabilidad de su vida, impidiéndole el proceso natural de aprender de sus errores y situaciones para madurar, también te desgastarás física y emocionalmente.

Tal vez sea el momento de reflexionar acerca de lo que damos o esperamos recibir de los demás, estando así a tiempo de hacer algunos ajustes en nuestra actitud y comportamiento, de manera que podamos mantener relaciones más satisfactorias y equilibradas.

Es nuestra responsabilidad dar una sonrisa, un abrazo, un momento de compañía, unas palabras de ánimo, cariño o reconocimiento, una acción generosa y solidaria dirigida a apoyar a los demás en un momento de necesidad…

Esto nos convierte en personas activas a través de los buenos sentimientos. Nos ayuda a reconocer el esfuerzo que hacen otros para complacernos y apoyarnos, creando una relación interactiva. Cuando mantenemos el balance entre el dar y el recibir, podemos establecer límites en ciertos momentos que nos ayuden a dar sólo cuando la persona lo haya pedido o cuando esté dispuesta a recibir, sin que se convierta en una obligación para nosotros.

Cuando damos de forma limpia y desinteresada, recibimos una energía positiva en forma de satisfacción inmediata que se traduce en entusiasmo, alegría y hasta vitalidad para continuar andando; es como si los bolsillos de nuestra prosperidad volvieran a llenarse abundantemente.

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