BIENVENIDO

Espero te guste y compartas tu opinión.
Gracias.
Hora Ciudad de México

viernes, 31 de diciembre de 2010

"Cada vez estoy más persuadido: la felicidad del Cielo es para los que saben ser felices en la Tierra."

jueves, 30 de diciembre de 2010

La mejor manera de vivir el presente es: olvidando el pasado e ignorando el futuro :)
H D LUZ

miércoles, 22 de diciembre de 2010

martes, 21 de diciembre de 2010

El pino de St. Martin

Un día antes de Navidad, el cura del pequeño pueblo de St. Martin, en los Pirineos franceses, se preparaba para celebrar la misa, cuando empezó a sentir en el aire un perfume delicioso. Era invierno, y hacía mucho que las flores habían desaparecido, pero allí estaba ese aroma tan agradable, como si la primavera se estuviese adelantando.

Intrigado, salió de la iglesia para buscar el origen de semejante maravilla, y acabó encontrando a un muchacho sentado frente a la puerta de la escuela. Junto a él, había una especie de árbol de Navidad completamente dorado.

- Pero, ¡qué belleza de árbol! - dijo el párroco -. ¡Con ese aroma divino que desprende, parece que ha tocado el mismísimo cielo! ¡Y está hecho de oro puro! ¿Dónde lo conseguiste?

El joven no reaccionó con especial alegría a los comentarios del religioso.

- Es cierto que este árbol, como usted lo llama, cada vez ha ido pesando más mientras lo cargaba hasta aquí caminando, y que las hojas se han puesto duras. Pero eso no puede ser oro, y me da miedo pensar en lo que dirán mis padres cuando vean lo que les traigo.

El muchacho relató entonces su historia:

- Hoy por la mañana salí hacia la ciudad de Tarbes para comprar un árbol de Navidad con el dinero que mi madre me había dado. Pero ocurrió que, al cruzar un poblado, vi a una señora mayor, sola, sin familia con quien celebrar la gran fiesta de la Cristiandad, y le di un poco de dinero para la cena, confiado en que luego sabría arrancarle un descuento al vendedor de la floristería.

"Al llegar a Tarbes, pasé frente a la gran prisión, y había allí algunas personas esperando la hora de la visita. Estaban todos tristes, pues iban a pasar esa noche lejos de sus seres queridos. Escuché que algunas de estas personas comentaban que ni siquiera habían conseguido comprar un pedazo de tarta. En ese mismo momento, impulsado por ese romanticismo que tienen los de mi edad, decidí compartir mi dinero con esas personas que lo necesitaban más que yo. Apenas guardaría una mínima cantidad para el almuerzo. Como el florista es amigo de mi familia, seguro que me daría el árbol, a cambio de que yo trabajase para él durante la semana siguiente, pagando así mi deuda.

"Sin embargo, cuando llegué al mercado me enteré de que el florista que conocía no había ido a trabajar. Intenté por todos los medios que alguien me prestase dinero para comprar el árbol en otro lugar, pero fue imposible.

"Me dije a mí mismo que conseguiría pensar mejor con el estómago lleno, así que me dirigí a una fonda, pero se me cruzó un niño que parecía extranjero y me preguntó si podía darle alguna moneda, pues llevaba dos días sin comer. Imaginando que el niño Jesús alguna vez también debió pasar hambre, le entregué a este otro lo poco que me quedaba, y me volví para casa. En el camino de regreso, le rompí una rama a un pino, y luego intenté retocarla, como podándola, pero fue poniéndose así de dura, que parece de metal, y no se parece ni de lejos al árbol de Navidad que mi madre está esperando.

- Pequeño amigo - dijo el cura -, el perfume de este árbol tuyo no deja lugar a dudas: ha sido tocado por los Cielos. Déjame contarte lo que falta de tu historia:

"En cuanto te alejaste de aquella señora, ella inmediatamente pidió a la Virgen María, madre como ella, que te devolviese de alguna manera el favor recibido. Los familiares de los presos pensaron que se habían encontrado con un ángel, y rezaron agradeciéndoles a los ángeles las tartas que consiguieron comprar. Y el niño con el que te cruzaste, por su parte, le dio las gracias a Jesús por haber saciado su hambre.

"La Virgen, los ángeles, y el propio Jesús escucharon las peticiones de toda la gente a la que ayudaste. Cuando rompiste la rama del pino, la Virgen puso en ella el perfume de la misericordia. Mientras caminabas, los ángeles iban tocando sus hojas, transformándolas en oro. Por último, con todo ya concluido, Jesús examinó el trabajo, lo bendijo, y a partir de ahora, a quien toque este árbol de Navidad se le perdonarán los pecados y se le cumplirán los deseos.

Y así ocurrió. Cuenta la leyenda que el pino sagrado aún se encuentra en St. Martin; pero su poder es tal que su bendición alcanza a todos los que ayudan al prójimo en la víspera de la Navidad, por muy lejos que se encuentren de este pequeño pueblo de los Pirineos.

(inspirado en una historia jasídica)
Un hombre recibió una noche la visita de un ángel, quien le comunicó que le esperaba un futuro fabuloso: se le daría la oportunidad de hacerse rico, de lograr una posición importante y respetada dentro de su comunidad y de casarse con una mujer muy hermosa.

Este hombre se pasó la vida esperando a que los milagros prometidos llegasen, pero nunca lo hicieron, así que al final murió solo y pobre. Cuando llegó a las puertas del cielo, vio al ángel que le había visitado años atrás y protestó: «Me prometiste riquezas, una buena posición social y una bella esposa, ¡ me he pasado la vida esperando en balde !»

«Yo no hice esa promesa», replicó el ángel, «te prometí la oportunidad de riqueza, una buena posición social y una esposa hermosa». El hombre estaba realmente intrigado. «No entiendo lo que quieres decir», confesó.

«¿Recuerdas que una vez tuviste la idea de montar un negocio pero el miedo al fracaso te detuvo y nunca lo pusiste en práctica?». El hombre asintió con un gesto. «Al no decidirte, unos años más tarde se le dio la idea a otro hombre que no permitió que el miedo al fracaso le impidiera ponerla en práctica. Recordarás que se convirtió en uno de los hombres más ricos del reino».

«También recordarás», prosiguió el ángel, «aquella ocasión en que un terremoto asoló la ciudad, derrumbó muchos edificios y miles de personas quedaron atrapadas en ellos. En aquella ocasión tuviste la oportunidad de ayudar a encontrar y rescatar a los supervivientes, pero no quisiste dejar tu hogar solo por miedo a que los muchos saqueadores que había te robasen tus pertenencias, así que ignoraste la petición de ayuda y te quedaste en casa».

El hombre asintió con vergüenza. «Esa fue tu gran oportunidad de salvarle la vida a cientos de personas con lo que hubieras ganado el respeto de todos ellos», continuó el ángel.

«Por último, ¿recuerdas a aquella hermosa mujer pelirroja que te había atraido tanto? la creías incomparable a cualquier otra y nunca conociste a nadie igual. Sin embargo, pensaste que tal mujer no se casaría con alguien como tú y, para evitar el rechazo, nunca llegaste a pedírselo».

El hombre volvió a asentir, pero ahora las lágrimas rodaban por sus mejillas. «Sí, amigo, ella podría haber sido tu esposa», dijo el ángel. «Y con ella se te hubiera otorgado la bendición de tener hermosos hijos y de multiplicar la felicidad en tu vida».

A todos se nos ofrecen a diario muchas oportunidades, pero muy a menudo, las dejamos pasar por nuestros temores e inseguridades......

Pablo Coelho(Adaptado de un cuento de la antigua China)

viernes, 17 de diciembre de 2010

SACAR LA BASURA

Cuando la vida huele mal, es que ha llegado el momento de sacar la basura.

Aunque a nadie le guste, sacar la basura es una de esas cosas que hay que hacer; basta imaginar lo que ocurriría si, en vez de recogerla, la apiláramos durante días, meses o años. La imagen resulta tan horrible que es mejor no pensarlo y, sin embargo, pasamos aún más tiempo sin sacar nuestra basura personal, porque todos tenemos una basura interna y externa que deberíamos recoger periódicamente y el hecho de que no se vea no significa que sea buena para la salud. Las iras que hemos ido acumulando, las responsabilidades que hemos descuidado; antes o después, su mal olor invade nuestra vida y la de aquellos que nos rodean. Se necesita valor para sacar la basura personal para limpiar nuestra vida y descargarnos de los pensamientos y los actos destructivos o anacrónicos que nos impiden crecer y ser felices y no se puede hacer en un día, pero debemos animarnos a examinar los actos o los pensamientos que sólo sirven para hacernos retroceder o para agrandar nuestros problemas y debemos hacer un esfuerzo periódico para llevarlos al centro de reciclaje.

¿Hay en tu vida basura con la que no sabes qué hacer? Puedes dibujar tu cubo de la basura psíquico y llenarlo de todo lo que debas tirar. Entre otras cosas, puede haber relaciones que ya no te sirven de nada, hábitos que deberías perder, temores que te impiden vivir plenamente. Por tanto recuerda que debemos sacar la basura regularmente.
Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.
GGM

Tomar decisiones

Toma más decisiones cada día. Porque una decisión es una invocación de vida. Ese es el porque un pequeño caos es bueno para ti, porque frecuentemente no tomas una decisión hasta que estás en un embrollo. Y entonces, en el medio del embrollo, tomas una decisión, pero esa decisión invoca Fuerza de Vida. ¿Has estado alguna vez en un lugar donde no podías decidirte y te sentiste como atrapado? “Oh, no sé. No sé. No sé.” Y entonces decidiste, y te sentiste vivo de nuevo. Deseamos que sepas que nunca terminarás. Entonces no enfoques esto desde “Debo seguir con esto” porque nunca lo vas a terminar de todos modos. Y la otra cosa que deseamos que sepas es, no puedes equivocarte. Entonces, toma la decisión. Permite que fluya.
Nunca te arrepientas de ningun día de tu vida. Los buenos días te dan felicidad. Los malos días te dan experiencia. Ambos son esenciales para la vida. La felicidad te mantiene Dulce. Los intentos te mantienen Fuerte, las penas te mantienen Humano, las caídas te mantienen Humilde, el éxito te mantiene Brillante, pero sólo Dios te mantiene Caminando...!

miércoles, 15 de diciembre de 2010

CADA UNO ELIGE

Un joven ya no daba más con sus problemas. Cayó de rodillas y rezando, dijo:

“Señor, no puedo seguir. Mi cruz es demasiado pesada”.

Dios, como siempre, acudió y le contestó: “Hijo mío, si no puedes llevar el peso de tu cruz, guárdala dentro de esa habitación, después abre esa puerta y escoge la cruz que tu quieres”.

El joven suspiró aliviado. “Gracias señor”, dijo, e hizo lo que le había dicho.

Al entrar, vio muchas cruces, algunas tan grandes que no podía ver la parte de arriba. Al fondo, vio una pequeña apoyada en un extremo de la pared.

“Señor”, susurró, “Quisiera esa que está allá”, dijo señalando.

Y Dios le contestó: “Hijo mío, esa es la cruz que acabas de dejar”.
Nunca desvalorices a nadie
Guarda cada persona en tu corazón
Porque un día tu te puedes acordar
Y percibir que perdiste un diamante
Cuando tu estabas muy ocupado coleccionando piedras.

Como llenar un colador con agua


Un grupo de devotos invitó a un maestro de meditación a la casa de uno de ellos para que los instruyera. El maestro dijo que debían esforzarse por liberarse de reaccionar en demasía frente a los hechos de la vida diaria, por lograr una actitud de reverencia, y por adquirir la práctica regular de un método de meditación que, a su vez, les explicó en detalle. El objetivo era darse cuenta de que la vida divina está presente en todo.
Es estar conscientes de esto no sólo durante el período de meditación, sino constantemente, en lo cotidiano. El proceso es como llenar un colador con agua.
El maestro hizo una reverencia ante ellos y partió.
El pequeño grupo se despidió de él y luego uno de ellos se dirigió a los demás, echando chispas de frustración. Lo que nos dijo es como decirnos que nunca podremos lograrlo. ¡Llenar un colador con agua! ¿Cómo? Eso es lo que ocurre, ¿no?. Al menos para mí. Escucho un sermón, rezo, leo algún libro sagrado, ayudo a mis vecinos con sus niños y ofrezco el mérito a Dios, o algo por el estilo y después me siento elevado. Mi carácter mejora durante un tiempo… no me siento tan impaciente, ni hago tantos comentarios sobre otras personas. Pero pronto el efecto se disipa, y soy el mismo que antes. Es como agua en un colador, por supuesto. Y ahora él nos dice que eso es todo.
Siguieron reflexionando sobre la imagen del colador sin lograr ninguna solución que los satisficiera a todos. Algunos pensaron que el maestro les decía que las personas como ellos en este mundo sólo podían aspirar a una elevación transitoria, otros creyeron que el maestro simplemente les estaba tomando el pelo. Otros pensaron que tal vez se estaría refiriendo a algo en los clásicos que suponía que ellos sabían… buscaron, entonces, referencias sobre un colador en la literatura clásica, sin ningún éxito.
Con el tiempo, el interés de todos se desvaneció, excepto el de una mujer que decidió ir a ver al maestro.
Él le dio un colador y un tazón, y fueron juntos a una playa cercana. Se pararon sobre una roca rodeados por las olas.
¡Muéstrame cómo llenas un colador con agua!, le dijo el maestro.
Ella se inclinó, tomó el colador en una mano y comenzó a llenarlo con el tazón. El agua apenas llegaba a cubrir la base del colador y luego se filtraba a través de los agujeros.
Con la práctica espiritual es lo mismo, dijo el maestro, mientras uno permanece de pie en la roca del Yo e intenta llenarla con cucharadas de conciencia divina. No es ése el modo de llenar un colador con agua, ni nuestra esencia con vida divina.
Entonces, ¿cómo se hace?, preguntó la mujer.
El maestro tomó el colador en sus manos y lo arrojó lejos al mar. El colador flotó unos instantes y después se hundió.
Ahora está lleno de agua, y así permanecerá. Dijo el maestro. Ese es el modo de llenar un colador con agua, y es el modo de realizar la práctica espiritual. No se logra vertiendo pequeñas dosis de vida divina en la individualidad, sino arrojando la individualidad dentro del mar de la vida divina.

viernes, 10 de diciembre de 2010

HUBO UN DIA



Hubo un día en el que
Alguien vino a mí
Y comprendí que era el
Principio de algo único

Hubo un día que unos ojos
Me miraron y puede verme
En ellos.

Hubo un día que sentí
Que realmente me querían.
Hubo un día que vi
El verdadero sentido
De la vida.

Hubo un día que sentí
La alegría de poder querer
Sin tiempo, ni medidas.

Hubo un día que no
Precisé de palabras para
Que me entendieran.

Hubo un día en el que estuvo
seguro de haber encontramos
El amor.

Qué suerte que ese día sea
El día de Hoy

miércoles, 1 de diciembre de 2010